Tu mundo emocional
- Gus Yurgel
- 4 ago 2017
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 6 ago 2020
Durante mi vida escuche muchas veces a gente cercana decirme que yo debía conectarme con mis emociones. Al principio, a mi juicio, era algo inútil. Me decía a mi mismo que yo estaba al tanto y en control de mis emociones.
El tiempo fue pasando, fui creciendo y en determinado momento desperté a la realidad de que, no solo no tenía consciencia de mi mundo emocional, sino que además esto repercutía negativamente en la gente alrededor mío.
No conocer mis emociones o prácticamente ignorarlas, hacía que casi cualquier situación terminara en enojo y mal humor.
¿Por qué me sucedía esto?
Ignorar mis emociones hacía muy difícil poder poner en palabras lo que me sucedía por dentro, proceso crucial para profundizar en las relaciones humanas y construir una comunicación sincera con tus pares.
Yo vivía dentro de un personaje, muy extremo por cierto, el cual mostraba solo una parte de su realidad; la parte “correcta” para gustar a los demás.
Pero eso no era todo, era una parte. La otra parte de mis emociones, las que no mostraba, fermentaban dentro. Y a la hora de salir, lo hacían de manera intempestiva, torpe, con enojo y ofensas hacia el otro.
No siempre ese otro es responsable de nuestras reacciones, a veces es solo un mensajero que hace que salgan emociones que estaban debajo de la alfombra.
Lo que te guardaste y no dijiste en el momento oportuno, a la persona indicada, se queda adentro, fermenta, y luego en tu casa cuando tu madre o tu esposo te dice cualquier comentario, explotás como una olla a presión.
Vivía yo en un altibajo permanente. La alegría era solo en breves momentos, y el enojo, agresivo , violento, y estaba siempre a la orden del día.
Así era mi vida siempre. No es que hoy no me enoje y explote de vez en cuando, aún me sucede: sigo siendo humano. Pero mucho ha cambiado en esta dinámica tan habitual.
Mi capacidad de observar, comprender y pedir disculpas ha hecho milagros en mi vida.
Mi viaje interior
Son dos cosas las que hicieron el milagro de cambiar esto en mi vida, y estoy seguro de no exagerar al hablar de milagro.
Lo primero fue allá por el año 2007, a partir del maravilloso programa de El Arte de Vivir , cuando entre a la mágica dimensión de la Meditación y comencé a tener un guía espiritual, mi Maestro: Sri Sri Ravi Shankar.
La Meditación es el viaje de la cabeza al corazón. Un enorme viaje de diez centímetros que implica cambiar paradigmas. Ser muy valiente y animarse a mirar hacia adentro.
Mirar hacia donde en realidad sucede la vida. Cerrar los ojos para quitar la atención del afuera, de los limitados cinco sentidos, y llevarla hacia el vasto océano interior.
Y la Meditación sucede sin mayor esfuerzo. Solo tenés que dar el primer paso y hacerlo. Aceptar lo que suceda durante ese rato; pensamientos, sentimientos, emociones. Lo que sea que venga está bien.
Interesante cambio de paradigma, ¿Verdad?.
Pasé de ignorar completamente mis emociones a llevar la mirada hacia mi Universo interior. Vasto, profundo y abundante.
Una vez que se comienza el viaje interior, no se termina. Siempre hay algo más para conocer de vos mismo. Siempre hay algo más para aprender y mejorar. Pero por favor, no te asustes ni te achiques.
Estamos hablando de el viaje.
El más fabuloso que te puede pasar. Si al leer estas líneas sentís que ya estas en este viaje; ¡Bendito tu eres!.
Si en cambio estas palabras te suenan lejanas, no te preocupes.
Si seguís leyendo, algún efecto tendrán en vos.
El segundo hito en mi vida con respecto a mis emociones fue, en 2014, retomar mis estudios y comenzar la carrera de Coaching Ontológico. Con casi diez años de Meditación en mi curriculum, esta bella decisión me dio amplitud en dos áreas.
Por un lado la posibilidad de trabajar en algo hermosísimo que eleva a las personas ayudándoles a llevar una vida más liviana y alegre.
Por otro, seguir profundizando en mi propio universo emocional. El entendimiento intelectual de como funcionan las emociones, me hizo ir a otro nivel en la comprensión de mi propio Ser, en mi autoconocimiento; en mi camino espiritual.
El valor de conocer tus emociones
Identificar tus emociones te permite escucharlas, decodificar qué información te pueden dar acerca de vos mismo, comprender un montón de cosas que te duelen e incomodan dentro. Y a partir de esa observación, transformar esa incomodidad en aprendizaje.
Cada emoción tiene algo para decirte. ¡Es maravilloso!
En lugar de esconderlas e ignorarlas, ahora podés detenerte y ver que te muestran acerca de vos mismo.
El enojo, la gratitud, la alegría, la frustración, la resignación y otras más, son algunas de las emociones básicas.
¿Te gustaría saber más acerca de ellas? Estate atento a los próximos artículos, las comentaremos en detalle.
Y ahora…¿qué emoción tenés adentro? Te invito a comentar debajo.
Un abrazo, GUS.
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